1. Jóvenes que conocen a Jesús
Por Fernanda Valencia y Marisol Ganuche
En Quito, Ecuador, 25 hermanos recibieron el sacramento luego de haber participado del Proceso Comunitario para la Confirmación. Durante la ceremonia el templo desbordaba d
e fieles y toda la asamblea participó feliz y agradecida. A continuación se presentan dos testimonios dados durante la celebración.
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2. Anunciaré la Palabra a los jóvenes
Por Yani
¡Dios quiera hacerme fiel a la vocación de catequista que me dio para poder seguir dando testimonio de su inmenso Amor!
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3. La gracia de la Confirmación en mi historia
Por Marcelo Gil
El padre Marcelo Gil recuerda su experiencia profunda de Dios durante su adolescencia en el Proceso Comunitario para la Confirmación, que dio frutos duraderos en su vida y en la de muchos otros.
4. La conversión de mi vida
Por Leonardo
Cuando tenía dos años falleció mi padre. De ahí en adelante mi vida cambió. Desde pequeño esta herida fue creciendo y a los siete, como la economía en casa era insostenible, tuve que salir a trabajar. Empecé a vender diarios, a salir a la calle y a empezar a conocer la realidad en carne propia.
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5. Trece años de servicio, anuncio y conversión
Por Karina L. Fernandez
Esta experiencia, que surgió en el año 1982, cumple trece años de su nacimiento y hoy como ayer, sigue siendo una novedad para cada uno de quienes fuimos, somos o seremos parte del Proceso.
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6. Proceso Comunitario de Confirmación
Por Guillermo Papagallo y Piero Palma
Con este título comenzamos a encargarnos —en enero de 1982— de la catequesis de Confirmación en la Parroquia de Loreto, Avellaneda. Desarrollamos un plan pastoral que consta de una serie de anuncios, charlas y trabajos en grupos. La orientación que seguimos la delata el título. Creímos conveniente desterrar la idea de “curso”.
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7. Orgulloso de ser Su hijo
Por Diego G.
En el año 2000 llegué al Proceso Comunitario para la Confirmación por la gracia de Dios. En realidad era mi hermano el que iba a entrar a hacer el Proceso. Los dos jugamos fútbol y esos días el PCC empezaba a las 4 de la tarde y nosotros a esa misma hora entrábamos a jugar.
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